Pertenece al grupo con ojos sin cerco y no presenta signo alguno de dimorfismo sexual.
En su forma ancestral, el Agapornis roseicollis presenta cuerpo verde, obispillo azul brillante, que contrasta con las plumas de la cola, que son verde naranja y negro. Garganta, mejillas y frente forman la característica máscara, que delimita el pecho, de color rojizo y que ahora, gracias a la selección, ha alcanzado una coloración rojo intenso, sobre la que destaca el grueso pico, de color carne. Las rémiges tienden al negro en su parte superior, mientras por la inferior están difuminadas de azul. Los hombros son amarillentos, el ojo bruno y las patas oscuras.
Vive en pequeños grupos en las zonas boscosas de las regiones africanas: Angola, Botswana y Namibia, sobre todo en las proximidades de los cursos de agua. Su área de difusión supera los 400 km2 y los 1.000 metros de altura. En avicultura, considerado su comportamiento territorial, los alojaremos por parejas en jaulas individuales, mientras los jóvenes pueden permanecer en voladeras en grupos de 10 o 15 ejemplares.
Una buena mixtura para periquitos, a la que añadimos pasta seca mezclada con pimientos pequeños, manzana y espigas de panizo en la fase reproductiva. Podemos suministrarles otras frutas y verduras, que serán más o menos apetecidas, dependiendo de cada sujeto.
El periodo reproductivo en cautividad no presenta prácticamente solución de continuidad, excepto en la fase de muda. Es una buena decisión, por consiguiente, sacar los nidos de la jaula en los momentos en los que se quiera dejar descansar a las parejas de reproductores. El nido, rigurosamente de doble cámara, se pondrá con una capa de turba no tratada, mezclada con virutas.
En la formación de las parejas, una buena norma sería dar la posibilidad a los animales de escoger sus respectivos compañeros. Sin embargo, por motivos selectivos, nos vemos obligados a menudo a unir a los sujetos sin su voluntad, por lo que habrá que adoptar algunas medidas para evitar fracasos en la reproducción o peleas, incluso mortales. Es conveniente, por ejemplo:
En el transcurso de los años, los criadores de los distintos continentes han conseguido obtener un número elevadísimo de mutaciones más o menos apreciadas, de las que podríamos hacer una relación interminable. Sin embargo, la selección ha llevado a subdividir los roseicollis en tres grupos principales:
que llevan después todos los factores con extensiones, con identificaciones incluso geográficas (American… Australian…., West German…, Japanese, etc., etc.).
Muy a menudo, el Roseicollis ha sido utilizado para incrementar la talla de otras especies de Agapornis. Esta práctica, que ha llevado a obtener buenos resultados en los concursos, según nuestra opinión, y no sólo la nuestra, no es recomendable en absoluto y no incentiva en cuanto portadora de mutaciones genéticas a menudo imperceptibles a simple vista y extremadamente perjudiciales en términos comportamentales.
Ya que somos nosotros los depositarios de la supervivencia de las especies animales, somos también nosotros los responsables de la integridad de cada una de ellas.
Ciertamente, el Roseicollis, por su facilidad de reproducción, está muy difundido en cautividad. Es por ello la mejor especie para aproximarse a la cría de psitácidos, teniendo en cuenta, además, que hoy en día podemos encontrar en el mercado excelentes ejemplares, no sólo ancestrales sino también de cada tipo de mutación, capaces de satisfacer incluso los gustos más exigentes en cuestión de coloridos.
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