A esta especie se la conoce también como “Gorrión de las nieves” o “Pinzón de las nieves”, pero la literatura especializada prefiere referirse a ella como Gorrión alpino. Se trata de una especie que vive a una gran altitud, en las cadenas montañosas: los pájaros que la integran viven en pequeños grupos, a menudo aislados unos de otros. Cuando llega el invierno, los Gorriones alpinos bajan a regiones en las que puedan alimentarse.

No presentan dimorfismo sexual propiamente dicho; sin embargo, la hembra es más apagada que el macho. Tiene también menos blanco en las alas y el babero está menos contrastado.

Incuba sus huevos en nidos construidos en estrechas grietas en las rocas, bajo piedras grandes así como en las ruinas de edificios humanos.

Pone a menudo entre cuatro y cinco huevos, de color blanco. De abril a mayo, el número anual de puestas es de dos.

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En la voladera

Lo cierto es que la cría en voladera de esta especie es muy limitada. Mi experiencia más próxima en la cría en cautividad del Gorrión alpino tuvo lugar hace ya más de 30 años, cuando Rudy Driesmans consiguió criar tres jóvenes con una misma pareja. A pesar del tiempo transcurrido, he guardado siempre en mi memoria este acontecimiento, tan especial lo considero. Entiendo que poder hablar del mismo es casi un privilegio. Veámoslo.

“Hace más de 30 años que Rudy pudo comprar una pareja de Gorriones alpinos. Después de dejarlos durante unos días en una gran jaula, con el fin de comprobar su estado de salud, decidió alojarlos en una gran voladera de 8 m de longitud, por 3 metros de anchura y 2,30 metros de altura. En semejante espacio, los pájaros deberían sentirse a gusto, ya que se trata de aves a las que les gusta pasearse por el suelo, y un modelo de voladera de cría clásico no está indicado para ellos. Para alcanzar un posadero situado alto, deben elevarse casi en perpendicular, lo que no es nada práctico. Pero en el aviario de Rudy, la pareja de Gorriones alpinos no eran los únicos ocupantes de la voladera y ello causaba problemas. Los demás pájaros se asustaban con el comportamiento de los Gorriones alpinos, que son fringílidos bastante grandes. Sobre todo las alas son grandes y un tanto desproporcionadas con respecto al cuerpo. Fue necesario un cierto tiempo para que el resto de los habitantes de la voladera se diesen cuenta de la ausencia de peligro potencial en los Gorriones alpinos.

Como estos anidan en las rocas, más concretamente en las grietas y cavidades, hubo que encontrar un sucedáneo: se colocaron algunos bloques de obra huecos y modificados para cubrir las necesidades de nidificación requeridas. Rudy practicó una abertura entre las dos partes huecas del bloque, comunicándolas entre ellas. Se colocó delante una plancha para cerrar las cavidades y se practicó después una abertura circular de cinco centímetros. Varios de estos “nidales” fueron colgados a diversas alturas, mientras que otros se colocaron sobre las jaulas de cría que se encontraban en la voladera. Es importante tener en cuenta que los Gorriones alpinos entran en su cavidad “andando” no “volando”, como lo hacen los Paros o los Gorriones comunes.

La elección de semillas era amplia para los Gorriones alpinos, ya que cohabitaban con Verderones, Pinzones comunes, Gorriones molineros, Ruiseñores del Japón, Piquituertos, Sizerines…

En los comederos había mezcla para Canarios y semillas para Exóticos. Pasta y espigas de mijo completaban el menú. También se suministraban diariamente las semillas silvestres que la naturaleza proporcionaba en cada momento, con lo que todo parecía previsto para que los Gorriones alpinos quedasen plenamente satisfechos y así debió ser porque se pusieron a construir un nido en uno de los bloques preparados.

Para esta labor utilizaron hierbas secas, tallos finos y raicillas, revistiendo el interior del nido con plumas blancas, sobre todo de oca y de gaviota.

La puesta fue de tres huevos y sólo la hembra los incubó. Trece días más tarde, tres pequeños piaban insistentemente en su cálido refugio.

Fueron anillados con anillas del modelo “J”, es decir de 3,23 mm, y no dieron ningún problema, haciendo patente la tolerancia de los padres.

Cuando emprendieron el primer vuelo, los pequeños se parecían a su madre como gotas de agua, con la sola diferencia de que tenían el pico de color carne.

Durante su cría, Rudy les suministró un amplio abanico de insectos: gusanos de la harina, gusanos buffalo, larvas, pupas de hormiga, pequeñas babosas, arañas y saltamontes.”

Los Gorriones alpinos son agradables pájaros de voladera por la serenidad que de ellos emana.

Según la legislación española, la legal detención de Gorriones alpinos exige que su adquisición haya sido legal y que los inscribamos en nuestros registros.

Ficha Técnica

Forma nominal

Hábitat

Montifringilla nivalis nivalis

Cadenas montañosas europeas (Alpes, Pirineos)

Subespecies

Montifringilla nivalis alpicola

Cáucaso, Irán, Afganistán

Montifringilla nivalis kwenlunensis

China occidental

Montifringilla nivalis leucura

Asia del sur y del este

Montifringilla nivalis gaddi

Irán meridional

Montifringilla nivalis henrici

Tíbet y China occidental

Montifringilla nivalis groum-grizmaili

Mongolia