Como nos indica su nombre científico, el Diamante mandarín de Timor es la forma nominal de la especie. Aunque normalmente no prestamos demasiada atención, cuando hablamos de Diamante mandarín nos referimos a la subespecie Taenopygia guttata castanotis, mucho más famosa y conocida con el nombre de Diamante mandarín, que vive en Australia. El Diamante mandarín de Timor, como su nombre indica, vive en la isla de Timor y también en algunas islas de los alrededores como Flores, Sumba, Alor, Lette, Sermatta y Moa. No se encuentra en Austalia, al menos en estado salvaje. Las dos subespecies viven pues separadas, cada una en su territorio.

El Diamante mandarín de Timor es mucho más pequeño que el otro y tiene una constitución más fina. Los machos no tienen cebraduras sobre el pecho ni sobre la garganta y su banda pectoral es estrecha. Por lo demás, tiene colores y diseños idénticos a los de su primo hermano mayor. Cuando comparamos un Diamante mandarín de Timor con un Diamante mandarín comprobamos que, de hecho, uno es la copia reducida del otro.

El Diamante mandarín de Timor no ha sido introducido en Europa más que de forma esporádica y son raros los criadores que lo tienen en su aviario. Se trata en suma de un resultado de la demanda. Y ese es un punto débil de nuestra afición: sería necesario establecer listas actualizadas que recogiesen las especies criadas en avicultura, con lo que podríamos dar la voz de alarma en caso de regresión de la población de una u otra especie. Ocurre a menudo que ciertas especies, entre las más apreciadas, vean como su población aumenta gracias al celo desarrollado por criadores atraídos por el cebo de las ganancias. El aumento del número de ejemplares disponibles influye en los precios de venta y la bajada de estos determina que los criadores empiecen a sentirse menos atraídos por su cría. Los ejemplares “sobrantes” son vendidos a revendedores y acaban en los aviarios de criadores menos expertos, que no obtienen buenos resultados, con lo que se detiene la espiral de crecimiento. De una especie floreciente, se pasa a una especie que roza su desaparición de las voladeras.

Yo conservo todos mis Diamantes mandarín y no me canso de ellos. Durante mucho tiempo busqué Diamantes de Timor tanto en Bélgica como en el extranjero e incluso inserté un pequeño anuncio en la revista de la Federación belga de ornitología, Le monde des oiseaux. Cuando pregunté sobre la pureza de unos ejemplares que me ofrecían me contestaron que eran puros al 100%.

Diamante mandarín de Timor

Diamante mandarín de Timor

Cerré la venta de inmediato y a un buen precio. Los pájaros estaban en perfectas condiciones y me aseguraron que se trataba de tres parejas no emparentadas, lo que tenía su importancia. Me quedé sorprendido por la talla de mis Diamantes mandarín de Timor cuando llegaron a mi poder, por lo pequeños que eran. Cuando se tiene uno de estos pájaros en la mano es cuando se descubre su gracilidad.

No hay que empeñarse en intentar hacerlos más grandes o en implementar las características de la subespecie Taenopygia g. castanotis. La fusión de subespecies, sean las que sean, es algo que hay que evitar a toda costa, para conservar las cualidades originales puras, ya que ninguna de las razas afectadas ganaría nada con esto.

El Diamante mandarín de Timor es una verdadera atracción por su gracilidad, aunque su cría es peor que la del Diamante mandarín ordinario. Algunas parejas alojadas en una voladera dan resultados, pero es más problemático la reproducción en jaulas. Estoy, sin embargo, convencido de que después de algunas generaciones de cría en voladera, la cría en jaula mejoraría. El mayor inconveniente en la cría del Diamante mandarín de Timor es la pobre demanda del mercado. Si me costó mucho encontrar mis primeros reproductores, vender la prole obtenida es tarea aún más ardua.