Historia de la Isabela del Japón unicolor

Isabela de Japón…. ¡Un nombre aureolado de misterio! Tan misterioso como el mismo pájaro que lo lleva. La poca literatura que nos ha llegado de los siglos XVI y XVII nos dice que esta especie es originaria de China y no de Japón. Su nombre actual induce a error al lector. Otra sorpresa al estudiar este pájaro: ¡No encontramos Isabelas del Japón en la naturaleza, pero sin embargo posee una denominación científica, algo realmente notable! Hasta donde yo se, esta especie constituye un hecho único en el mundo de los pájaros.

China

Sabemos que los chinos se dedicaban a la cría de pájaros mucho antes de que nosotros, los occidentales, hubiésemos inventado la jaula. Aún hoy en día nos perdemos en conjeturas acerca de la circunstancia que determinó que se cruzasen Capuchinos oscuros (Lonchura fuscans) con otras especies del género Lonchura. Puede que la explicación esté en el hecho de que fortuitamente se descubriese que los pájaros nacidos de este cruce eran fértiles. Es posible… No era cuestión, en cualquier caso, de practicar tests de ADN en aquellos tiempos. Lo que si es cierto es que la Lonchura striata estuvo implicada, desde sus orígenes, en la génesis de la Isabela del Japón. Otras especies, como Lonchura striata subsquamicollis, Lonchura striata acuticauda y Lonchura striata swinhoei fueron también parte interesada en su historia. Todas estas especies se encuentran pues en la base de la creación de este pequeño y fecundo pájaro, que puede criarse prácticamente en cualquier parte y por cualquier aficionado alrededor del mundo.

Lonchura striata swinhoei

Lonchura striata swinhoei

Bengalí

Los primeros bengalíes, como se les llamaba entonces a las Isabelas del Japón, llegaron a Japón hacia el 1700, provenientes de China. Puede parecer algo irrelevante hoy en día, pero no hay que olvidar que en aquellos tiempos estas dos naciones eran enemigas desde hacía siglos. La Isabela del Japón llegó a Europa hacia 1860, concretamente, al Zoo de Londres. El ornitólogo Karl Russ, muy conocido en el s. XIX y autor de prestigio, trajo esta especie al continente en 1872 y decidió llamarlo Japanische Mövchen, que traducido literalmente quiere decir Gorrión de Japón.

No podemos hacernos muchas ilusiones sobre la calidad de los primeros ejemplares, ya que se trataba de sujetos muy degenerados y abigarrados. Muchos años más tarde, durante el decenio de 1920, se importaron Isabelas de Japón moñudas. La moña era entonces insignificante y, por desgracia, sigue siéndolo en nuestros días, con algunas excepciones más bien escasas.

Máquina de incubar

Los europeos descubrieron pronto las cualidades de la Isabela del Japón: su deseo desenfrenado de reproducirse y su aptitud para criar a sus pequeños, pero también a los de otras especies de estríldidos, sin que ello les preocupe lo más mínimo. Esta necesidad de cría le ha valido numerosos apodos a la especie, entre los que el más frecuente es el de máquina de incubar viviente.

Hay criadores entre los que trabajan “naturalmente” (sin el uso de nodrizas), que miran con condescendencia el empleo de la Isabela en el proceso de cría. Pero deberíamos preguntarnos qué Estríldido, australiano, africano o de otras partes seguiría presente en nuestros criaderos sin la ayuda de este pájaro. Aunque esta afirmación habría que relativizarla. Personalmente, soy un ferviente defensor de la cría natural: los pájaros de cada especie deben ocuparse de incubar sus propios huevos y llevar adelante a su propia nidada hasta el destete.

Lonchura striata subsquamicollis

Lonchura striata subsquamicollis

Mutaciones

Hay que viajar en el tiempo para poder ver la aparición de las primeras mutaciones en la Isabela de Japón. Sabemos que en 1880, en Japón, se encontraban ejemplares píos, blancos, rojo brunos, moñudos y rizados. Pero eran los moñudos y los blancos los que más éxito tenían en aquellos tiempos, quizás más a causa de la mitología, o más bien de la superstición. El blanco era considerado como el símbolo de la virginidad: pensemos en la paloma blanca, que es símbolo de la paz.

Dinamarca

Hasta 1950, nadie poseía Isabelas de Japón monocolores tal como hoy se conocen. En aquellas fechas, dos aficionados daneses emprendieron la cría de Isabelas del Japón, desarrollando una selección muy estricta. C. Enehjelm y W. Langberg acoplaron sistemáticamente entre sí los ejemplares menos píos y así consiguieron reproducir las primeras Isabelas del Japón unicolores. Pero el proceso no fue sencillo y conoció altas y bajas, momentos de euforia y decepciones. Fue un arduo trabajo llegar a eliminar las manchas en los ejemplares píos, antes de conseguir obtener los primeros monocolores.

Lonchura striata acuticauda

Lonchura striata acuticauda

Alemania

Lonchura striata striata

Lonchura striata striata

Hacia 1955, algunos aficionados alemanes seguían los pasos de los pioneros daneses. Radtke y Kirsche se dedicaron a la cría de Isabelas del Japón unicolores y a ellos se deben las mejoras de los colores en los pájaros unicolores daneses, gracias a cruces con diferentes especies de Lonchura, Capuchinos sobre todo. Y también, el famoso diseño de “raspa de pescado”, que se llamó desde entonces diseño en V.

Países Bajos

Desde finales de los años sesenta a principios de los setenta del siglo pasado, los holandeses dejaron su huella, sin lugar a dudas, en la evolución de la Isabela del Japón. Fueron muchos los que se merecen ser citados, pero destacamos entre ellos a Fred Panjer y a Arno Kok, que le dieron una calidad superior a esta especie. Y en este caso, además, a la calidad se unió la cantidad, algo desconocido hasta entonces. Estos dos maestros se encuentran en lo más alto desde hace más de veinticinco años (en el momento en que escribo estas líneas), habiéndose especializado cada uno de ellos en su color: para Fred, se trata del negro bruno; para Arno, del rojo bruno.

Los Países Bajos pudieron enorgullecerse, el año 1975, de la creación de un Club especializado, con una revista especializada también, en la que aparecían artículos creativos. Todos los que intervenían en uno y otra tenían como único objetivo hacer de la máquina de incubar viviente un verdadero pájaro de exposición. Y lo consiguieron maravillosamente.

Bélgica

No fue hasta 1987 cuando se creó en Bélgica un club especializado en la Isabela del Japón. Se habían mantenido varias reuniones antes, con Arno Kok a menudo como conferenciante, pero no podía hablarse de una verdadera organización.

Los hermanos Edwin y Kurt Gilson, Emiel Debrier y Danny Roels fueron quienes realmente hicieron nacer a este nuevo club. Cansados de esperar, sin ver nunca resultados, decidieron unirse para conseguir que los proyectos se hicieran finalmente realidad. Escribieron también artículos de gran valor sobre la Isabela del Japón en una revista mensual que llevaba el nombre de “Belgisch clubleven”.

Afirmar que gracias a ellos las diferencias con los criadores neerlandeses disminuyeron sería quizás exagerado y, sin embargo, contribuyeron a ello en gran medida. La supremacía holandesa empezó a resquebrajarse y los criadores belgas empezaron a conquistar medallas en los Campeonatos del Mundo, con sus Isabelas del Japón. Entre ellos, Jean-Claude Mommerency, Edwin Gilson, Louis Verdeyen, Paul Iwens y, sobre todo, Emiel Debrier.

Reflexión

Tras la lectura del párrafo precedente, nos podemos dar cuenta de que también en Bélgica hay Isabelas del Japón de calidad. Sobre el plano de la cantidad, por el contrario, se está aún lejos de lo que ocurre en los Países Bajos. Quienes hayan asistido a Campeonatos holandeses en estos últimos años, en Apeldoorn y en Zutphen, habrán podido admirar centenares de Isabelas del Japón, cosa que no ocurre en ningún otro país, y es hora de que las cosas cambien. ¿Estamos de acuerdo?

Lonchura punctulata nisoria

Lonchura punctulata nisoria

Cría del Isabela del Japón

Antes de adquirir Isabelas del Japón, debemos asegurarnos de que los locales que los van a alojar estén en condiciones. Si dejamos para después cualquier pequeño arreglo o reparación, podemos estar seguros de que originarán estrés e irritación a nuestros huéspedes.

Ya hemos dicho antes que se trata de una especie fácil de criar, lo que incluye también sus requisitos en cuanto a alojamiento se refiere. Las Isabelas del Japón pueden pasar sus días, con sus noches, sin problemas en locales sin calefacción, aunque será mejor que no hiele.

Preparación

Estamos hablando de una especie muy prolífica, que se reproduce y se reproduce sin interrupción. Esto, que es cierto para los ejemplares píos o manchados, no lo es tanto para los unicolores. La diferencia reside en su fertilidad. Una nidada normal de sujetos píos o manchados se compone, por lo general, de cuatro a seis pollos. Los sujetos unicolor no tienen más que dos o tres pollos por nidada y podemos darnos por satisfechos si así ocurre.

Los reproductores deben contar al menos con diez meses de edad antes de pensar en acoplarlos. Esta norma no atañe exclusivamente a las Isabelas del Japón, si no que podemos hacerla extensiva a todos los exóticos pequeños. Pájaros más jóvenes no son todavía plenamente adultos e intentar practicar la cría con tales ejemplares nos acarreará problemas tales como: que no incuben, nidos demasiado pequeños, puestas malas y huevos con cáscaras demasiado frágiles… Un ejemplar que tenga entre diez meses y cuatro años es por lo general un buen pájaro para la cría: se encuentra en la edad adecuada, ni demasiado joven ni demasiado viejo.

Lonchura punctulata punctulata

Lonchura punctulata punctulata

El aficionado que procura atentos cuidados a sus reproductores antes de la cría no debe temer grandes problemas. Las Isabelas del Japón que disponen de grit y de huesos de sepia en cantidades suficientes no padecerán dificultades de huevos con cáscaras frágiles o a la hora de la puesta, por lo que a las hembras se refiere.

Los pájaros que tienen ocasión de bañarse con frecuencia alcanzan antes las condiciones idóneas para reproducirse que los pájaros que no se bañan más que raramente, porque no tienen posibilidades de hacerlo en más ocasiones.

Tampoco tiene sentido utilizar en la cría pájaros que no hayan acabado la muda por completo, incluso aunque tengan más de un año.

Jaula

Por poca experiencia que tengamos, sabremos ya que jaulas las hay de muchas formas y tamaños. La Isabela del Japón no necesita una jaula de fantasía y le bastará con una jaula de cría para sentirse a gusto.

Podríamos discutir sobre las medidas más idóneas de esa jaula; personalmente, utilizo jaulas de 60 cm de longitud, 40 cm de anchura y 30 cm de altura y me parece una aberración, que he podido ver en más de una ocasión, alojar una pareja de esta especie en jaulas de ¡30 x 20 x 18 cm!

En cualquier caso, no hay que exagerar y pensemos que, pronto, a la pareja progenitora se sumarán los jóvenes, que necesitarán también su espacio para desarrollarse adecuadamente.

Es conveniente que el fondo de la jaula esté cubierto por una buena capa de papel no impreso, cubierta a su vez por arena y gravilla, con conchas de ostras trituradas.

Utilizando este método cubrimos tres objetivos:

1. el papel absorbe la humedad;

2. la arena da un aspecto agradable;

3. lo pájaros picotearán los pedacitos de concha de molusco, lo que es muy beneficioso para ellos.

Es también conveniente, sin embargo, colocar un falso fondo de rejilla a unos tres o cuatro centímetros por encima del fondo de la jaula, con el fin de que las deyecciones y los restos de semillas y comida queden fuera del alcance de los pájaros, reduciendo los riesgos de enfermedades y de que los pájaros se ensucien.

Este sistema tiene, si embargo, sus inconvenientes. Los pájaros corren el riesgo, cuando se pasean por encima de la rejilla, de quedarse enganchados y romperse alguna uña cuando intentan liberarse. Es bien sabido que a las Isabelas del Japón las uñas les crecen rápido, pero obligarles a que deambulen por encima de la rejilla les ocasionará patas secas, con escamas.

Sea cual sea la jaula que escojamos, no olvidaremos colocar al menos dos posaderos, fijados sólidamente, evitando siempre que estos oscilen o desequilibren al pájaro cuando se pose sobre ellos.

 Isabela del Japón

Isabela del Japón – un macho, sin lugar a dudas-mientras canta.

Los bebederos se situarán de forma que el pájaro no pueda ensuciar su contenido con deyecciones o restos de comida. También tendremos en cuenta engancharlos a la jaula de forma que sea imposible que el pájaro, cuando se coja de los barrotes, resbale y quede encajado entre el bebedero y los barrotes. El comedero es otro punto importante, que no hay que descuidar, evitando también que pueda caer en él cualquier tipo de suciedad.

Es aconsejable enganchar una bañera por el exterior de la jaula. Los baños son muy importantes antes y durante el periodo de incubación. Las Isabelas del Japón que disponen permanentemente de bañera construyen nidos más sólidos. Además, cuando los pájaros tienen huevos, estos mantendrán un nivel de humedad adecuado, gracias a la humedad del plumaje de los padres.

Voladera

También podemos alojar a las Isabelas del Japón en voladeras y criarlos allí. Pero no debemos perder de vista que será difícil hacer una cría selectiva en una voladera en la que estén alojadas más de una pareja. Para una cría cualitativa, tendremos que recurrir imperativamente a la cría en jaula.

Humedad

Criar en un sótano cerrado no es lo más indicado y sin embargo es lo que yo he hecho durante años con mis Isabelas del Japón, Diamantes mandarines y Paddas, con excelentes resultados. Mi local en el sótano tenía 4 m de largo por 2 m de alto, iluminado con tubos de neón Philips, tipo 95, que daban una luz prácticamente natural, y que tenía encendidos durante 16 horas al día, durante todo el año.

La temperatura se mantenía prácticamente constante a unos 18º C.

La aireación se realizaba a través de dos tragaluces de 20 x 40 cm, que mantenía abiertos todo el año. Contaba también con un ventilador y un aparato ionizador: el primero, purificaba y removía el aire, el segundo, lo mantenía limpio de partículas nocivas.

El porcentaje de humedad no bajaba nunca de 70% y a veces llegaba incluso a 90%, más que suficiente, y no producía ningún efecto negativo sobre mis Isabelas del Japón, Mandarines o Paddas. Mis canarios, por el contrario, no se encontraban a gusto y padecían todo el tiempo de coccidiosis y su cría no daba ningún resultado.

Valores tan elevados de humedad me obligaron, en un determinado momento, a reducir el porcentaje hasta el 60%, utilizando gránulos extendidos sobre el fondo de las jaulas, destinados a absorber el exceso de humedad. Pero su utilización producía, por el contrario, mucho polvo. Además, las Isabelas del Japón se llevaban estos gránulos al nido, con el riesgo de rotura de huevos. También la utilización de virutas de madera plantea problemas: pueden servir de sustrato para hongos, incrementando así los riesgos de enfermedad.

Hay aficionados que se sirven de fibras de cáñamo. Su inconveniente: que estas fibras, al poco tiempo, se encuentran esparcidas por toda la jaula y son también sustrato fértil para los hongos, causantes, entre otros problemas, de atoxoplasmosis.

Sexaje

Una vez organizado el alojamiento, habrá llegado el momento de colocar una pareja de Isabelas del Japón. Sabemos que no existe ningún dimorfismo sexual visible en esta especie, aunque hay aficionados que dicen que pueden diferenciarlos comparando sus pájaros. Yo tengo mis dudas sobre la eficacia de ese sistema.

Dicen que los ojos del macho se encuentran en la prolongación de la línea que se forma cuando cierran las dos mandíbulas, mientras que en las hembras quedan un poco más bajos. Los hay también que pretenden encontrar el sexo de sus pájaros recurriendo a un péndulo ¡y no exagero! Otros, para acabar, dicen poder establecer la diferencia atendiendo a la tonalidad de su reclamo. Las dos primeras aseveraciones me dejan más bien perplejo; en cuanto a la tercera, no me atrevo a opinar; podría ser cierta.

Un buen medio para distinguir los sexos es dotar a cada joven de una anilla de color diferente para cada uno y recurrir después a nuestro sentido de observación y a nuestra paciencia. Cuando un joven empiece a cantar, se tratará, sin lugar a dudas, de un macho, ya que cantar una vez equivale a cantar siempre. Bastará con que anotemos el color de su anilla. Sin embargo, este método no es infalible. Un joven macho tímido -aunque parezca mentira, también los hay entre los pájaros- puede retraerse a la hora de cantar y merece que le demos una segunda oportunidad.

Nidal

La Isabela del Japón no es difícil de criar en ningún sentido, como venimos diciendo. Acepta todos los nidales, por lo que yo elijo por ella: una cajita cúbica de 12 cm de lado, con un agujero de entrada en toda su anchura, situado en lo alto de la misma, con unas dimensiones de 12 x 4 cm. En el fondo practico algunos agujeros de 1 cm de diámetro, para facilitar la circulación de aire.

Nidada Isabelas del Japón.

Nidada Isabelas del Japón.

Materiales para la construcción del nido

La Isabela nos sigue facilitando nuestro trabajo y acepta todos los materiales que le ofrezcamos: tanto fibras de coco, como briznas de poa (Poa annua) o juncos del tipo Juncus buffonius secos.

Huevos

Una pareja de Isabelas del Japón en condiciones de reproducir debe tener ya huevos a los quince días de la reunión de la pareja. Una puesta normal se compone de cuatro, cinco o seis huevos blancos. Si encontramos más de seis en un mismo nido, puede que se trate ¡de dos hembras!

Yo nunca retiro los huevos de los nidos, aunque hay aficionados que lo hacen y los reemplazan temporalmente por huevos falsos, reponiendo los verdaderos una vez se ha completado la puesta. El objetivo de esta maniobra, como ya sabemos, es conseguir que todos los huevos eclosionen al mismo tiempo. Pero insisto en que yo no hago esto nunca y que jamás he sufrido una pérdida por superpoblación del nido.

La incubación dura trece días. La especie es buena incubadora y es raro ver nidos abandonados. Pero esto no quiere decir que de cada huevo salga un pollo: hay que añadir que cuanto más bonitas son las Isabelas del Japón, más difícil es el desarrollo de la cría. Así, podemos encontrarnos también aquí con huevos claros o con dificultades para eclosionar. Los progenitores que sufran este tipo de situaciones deben ser eliminados del circuito de reproducción, ya que podría tratarse de taras hereditarias, que se transmitirían a la descendencia, caso de que llegasen a tenerla.

Jóvenes

El crecimiento de la Isabela del Japón se desarrolla sin mayores problemas. Los pollos se anillan cuando cumplen los 6 días de vida. No hay que olvidar anotar todos los datos relativos a las anillas en un registro de cría, que, por otra parte, es aconsejable llevar cuando se practique cualquier tipo cría.

Los pollos pasan alrededor de tres semanas en el nido y los padres seguirán cuidándolos al menos dos semanas más, después de haber abandonado el nido. Lo que es fastidioso en las Isabelas del Japón es que la hembra vuelve a poner en cuanto los pequeños abandonan el nido. Estos tienen la costumbre -¿mala costumbre?- de volver al nido para dormir los primeros días después de abandonarlo, algo muy molesto para los nuevos huevos recién puestos, que se ensuciarán sin duda con sus heces, cuando no resultan rotos.

Lo mejor es quitar el nidal en el momento en que los jóvenes lo abandonan. Podemos volver a colocarlo cuando los jóvenes sean separados de los padres, lo que ocurre cuando tienen seis semanas.

Lo más aconsejable es alojar a las jóvenes Isabelas del Japón en una jaula igual a aquella en la que han nacido, utilizando también los mismos comederos y bebederos. Yo utilizo jaulas de cría grandes de 120 x 40 x 40 cm, en las que alojo hasta doce jóvenes pájaros, que permanecerán ahí hasta que hayan superado la fase de muda juvenil. Puede parecer un número alto de pájaros para una sola jaula, pero a mi me funciona bien. Hay que tener en cuenta que la Isabela del Japón es una especie muy sociable y que, además, no se ve acuciada por el picaje de sus congéneres.

La alimentación de los jóvenes destetados es la misma que la que reciben los padres, pero suministrándoles además, dos veces al día, pasta al huevo y con mijo en espigas siempre a su disposición.

Alimentación de la Isabela del Japón

No es un animal difícil de alimentar, que haga “ascos” a lo que le demos de comer, aunque las opiniones de los aficionados sobre este tema difieren de unos a otros.

Semillas

El pico de la Isabela del Japón es corto y cónico. Por poco que nos interesemos por los pájaros, sabemos lo esto significa: el pájaro se alimenta principalmente de semillas; es pues un granívoro. Hay en el comercio diferentes mezclas indicadas para los granívoros. Cada aficionado tiene sus preferencias… que a veces no coinciden con las del pájaro. En cualquier caso, sería poco sensato cambiar de dieta si estamos obteniendo buenos resultados con una mezcla determinada.

Personalmente, suministro a mis Isabelas del Japón, desde hace años, diferentes mezclas para Periquitos, a las que añado cinco quilos de arroz “paddy” (con cáscara) por cada veinticinco kilos de mezcla. Mis comederos son del tipo que evitan que se esparzan y se pierdan las semillas.

Pasta al huevo

Las Isabelas del Japón aprecian en gran medida la pasta al huevo. Yo mezclo 1/2 kg de semillas germinadas con alrededor de un kilo de pasta. De hecho, mi mezcla casera la preparo dejando tres cucharadas soperas de galletas para que cojan volumen en seis cucharadas soperas de agua y las añado luego a:

– doce cucharadas soperas de pasta al huevo de marca CéDé ™

– una cucharada de postre de Perform™

– cuatro cucharadas soperas de mezcla Protein, de CéDé

– una pizca de Probiotics de Aves ™.

Suministro esta mezcla dos veces al día durante el periodo de reproducción, la primera, hacia las ocho de la mañana y la segunda, alrededor de las seis de la tarde. Fuera del periodo reproductivo, sólo les suministro este preparado dos veces a la semana. La dosis: lo que los pájaros puedan consumir en una hora.

Complementos alimentarios

Por “complementos alimentarios” hay que entender el mijo en espigas, las “malas hierbas” y las verduras. Como sabe cualquier aficionado, todo granívoro aprecia en su justa medida estos complementos alimentarios, de alto valor nutritivo, y la Isabela no es una excepción a la regla.

Todas mis parejas con crías reciben espigas de mijo diariamente. Por lo que se refiere a las verduras, pienso sobre todo en lechuga, col rizada, espinacas, álsine, endibia, etc. Las semillas de la salud que aconsejo serían las de espiguilla (Poa annua), bolsa de pastor, hierba cana (Senecio vulgaris L), etc. Desaconsejo el suministro de verduras y de semillas de la salud por la noche, porque estos alimentos se digieren rápidamente y los jóvenes pueden encontrarse con el buche vacío en mitad de la noche, lo que no es nada bueno para un crecimiento rápido.

Proteínas

Actualmente existe en el mercado un amplio abanico de proteínas animales, vivas o muertas (en venta, congeladas). Los gusanos de la harina (larvas de tenebrio) y los gusanos buffalo son un buen ejemplo, si hablamos de proteínas vivas, y las larvas y pupas de hormiga congeladas lo son también si hablamos de proteínas muertas animales congeladas. Cuando mezclamos proteínas animales congeladas con pasta al huevo, la Isabela del Japón se acostumbra a ellas y las devora con avidez cuando le han cogido el gusto.

La Isabela del Japón en exposiciones

No hay que creer que la Isabela del Japón es un pájaro fácil de exponer. No sólo el color y el diseño son importantes; la talla y el tipo lo son también, así como las partes córneas -uñas y pico-, que se enjuiciarán estrictamente de acuerdo con las determinaciones del estándar.

Talla y tipo

Talla y tipo de la Isabela del Japón son dos características que pueden ser captadas de un solo vistazo por lo jueces. Por lo general, serán pocos los defectos que se aprecien en estos dos conceptos, aunque en ocasiones se encuentran pájaros demasiado pequeños o que tienen un pecho excesivamente estrecho.

La talla ideal de la Isabela del Japón es de 12,5 cm.

Un buen ejemplar debe tener un aspecto rechoncho, con pecho ancho y bien desarrollado, con una nuca bien llena. Un pecho aplastado o demasiado estrecho estropea el conjunto. No es preciso decir que todas las partes del cuerpo deben mantener una clara armonía. Finalmente, es raro oír decir que una Isabela del Japón es demasiado grande.

Postura

La posición ideal de la Isabela del Japón es semierecta y plácida. Se trata de una especie esencialmente tranquila, pero los sujetos miedosos o nerviosos difícilmente adoptaran la posición correcta.

Un ejemplar tranquilo llevará las alas pegadas al cuerpo, con las puntas tocándose a la altura del nacimiento de la cola. Alas caídas, cruzadas o demasiado altas serán penalizadas.

Es raro encontrar una Isabela del Japón con un pecho demasiado pesado y si lo encontramos hinchado, se deberá a menudo a una infección criptogámica (flagelados), que se origina por una alimentación inadecuada.

No daremos demasiada avena pelada, ya que ésta favorece los vientres prominentes.

Plumaje

Para que nuestros pájaros tengan un plumaje liso deben poder bañarse a diario y si esto no es posible, al menos habrá que someterlos a una pulverización con agua todos los días. Existen jaulas idóneas, que sólo sirven para este menester. Siempre que nos sea posible, utilizaremos agua de lluvia templada. El pulverizado tiene la ventaja de afinar la condición del pájaro, dándole la ocasión de presentarse en su mejor momento ante los ojos del juez, ya que lo tranquiliza. Desde mi punto de vista, es un error mojar superficialmente el plumaje de un pájaro con agua del grifo, que contiene cloro. Un pájaro, sea el que sea, produce “polvo” y cuantos más pájaros, más “polvo”. Ese polvo se pega al plumaje, queramos o no, y más aún si nuestro pulverizado es mínimo y superficial. Esto se puede apreciar en el plumaje muy áspero, que se queda pegado a la garganta y en el plumaje del pecho, que se divide. Los pájaros que son rociados con agua periódicamente, se hacen muy tranquilos y consiguen así un plumaje con lustre natural. El efecto se acentúa cuando añadimos cinco gotas de “Birdyll™” por litro de agua.

Es evidente que el plumaje debe estar completo y bien lleno. En los pájaros inos y los que tienen diseño, sobre todo, puede ocurrir que las mejillas y la redondez de los hombros presenten un plumaje un tanto ralo. En los rojos brunos y los inos, encontramos también plumas dotadas de una estructura frágil, que corren el riesgo de romperse a la menor ocasión.

Diseño

Con la simple observación de una Isabela del Japón podemos darnos cuenta de que se trata de un pájaro con mucho diseño, exceptuando los albinos y los blancos, evidentemente. Lo que más llama la atención es su diseño en “V” (que antes se llamaba diseño de “espina de pescado”). Un buen diseño en “V” se caracteriza por su nitidez, su simetría y su regularidad. El diseño suele presentar muchas ocasiones de penalización a la hora de los enjuiciamientos, por lo general, diseños groseros, sin apenas nitidez.